
Hace algunos ayeres, leía “El arte de amar” de Erich Fromm, y me llamaba la atención que la lectora anterior, tenía muchas notas escritas a mano, alrededor de las páginas, subrayando algunos párrafos o ideas centrales, con la única excepción del capitulo donde se habla o se dedica al tema del amor a Di*s.
Hoy me encuentro en una situación similar: empecé a escribir acerca de las “teorías del amor”, desde estudios de neurobiologos, psicólogos y otros autores que exponen sus conceptos, sin embargo, justo al principio de esta semana, surgió una invitación para participar en una gaceta nacional (ya les compartiré después los detalles), pero con el tema de día del amor y la amistad y su relación con la mercadotecnia.
En ese momento, me dí cuenta que no puedo ni hablar, ni opinar, ni argumentar tan abiertamente del tema, al menos desde puntos de vista que pueden ser tan distintos, que nadie podrá estar de acuerdo, entonces, para este artículo en particular, me limitaré a mi propia experiencia, sin sesgos académicos, intelectuales o racionales, que al final de la historia, como se dice regularmente: “cada quien habla de la feria, como le va en ella”.
Intelectualizar acerca del tema, es tan práctico, como recita el personaje Melvin Udall (Jack Nicholson) en la pelicula “Mejor Imposible” (As good as it gets) de 1997, exclamando: “le estás describiendo el agua a alguien que se está ahogando”, donde explicarle un sentimiento tan personal e intímo, a otro que puede no sentirlo o tenerlo muy distorsionado, es como explicar la naturaleza, dinámica e importancia de nuestro acto mismo de respirar o de vivir.
Aparentemente algo muy simple, pero entre más tratas de profundizar, más te das cuenta que menos sabes del tema, para lo que se aconseja mejor ni opinar.
Simplemente, lo haces, por inercia, instinto, como dicen: “volando por instrumentos o en piloto automático”, o te vas volviendo más consciente de los qués, los cómos, los porqués, los cuandos, los dóndes y lo más importante: los quienes.
Pasé por varias etapas, desde la mas ingrata de creer que el amar era sufrir, pasando por el BI (Bodrio Incalificable) de “Historia de amor” (Love Story) de 1970 : “Amar es nunca tener que decir: lo siento”, hasta las de la época del cine de oro mexicano, donde todo se arreglaba con alcohol (muuucho alcohol), pero algo que si nos enseña bien, el cine de todo esto, es que: al final, todo termina bien, y si no ha terminado bien, entonces, aún no es el fin.
Ya sé que es una frase de alguna tradición europea, el punto que quiero expresar o enfatizar, es que tambien, hay que dejar de comprar frases echas “a la medida”, para usarlas de manera acomodaticia, como la proverbial “si no te quieren, como tu quieres, ¿de que sirve que te quieran?”, que si bien, aboga por la reciprocidad en la relaciones, reduce tambien la conveniencia (o no) de continuar en una relación, dependiendo de como se siente una sola de las partes, incluso si efectivamente hay amor de por medio, para justificar acciones, deseos o conveniencias del momento, y mas puntualmente, del instante mismo.
No quiero iniciar una polémica, pero si es claro para mi, que hay que dejar de copiar, imitar o tomar modelos de la cultura popular, para justificar lo que queremos o no hacer, en especial, tratándose de las películas, la televisión o cualquier otra manifestación, totalmente ajenas a la realidad del espectador o al menos, aplicarle filtros de madurez, decencia, como suele llamársele hoy “responsabilidad afectiva”.
Tampoco hay que jugar a creer que “muchos saben querer, pero pocos sabemos amar”, mexicanisimo cliché, gracias al príncipe de la canción, José José, echándole al otro (a) la carga de lo que no funciona, que ni abona, ni ayuda a solventar la cuestión, si es que fuera necesario.
Para no seguirnos enredando con el tema, y esos lugares comúnes, resumiría toda la situación a buscar una felicidad plena, en el aquí y el ahora, de manera ética y responsable, como una manifestación y proyección de la estima en la que nosotros mismos nos apreciamos, sin imposturas, falsedades, interés o agenda oculta.
Esa es la relación más importante, en la que hay que trabajar todos los días, con la mejor de las actitudes e intenciones, para compartir esta tan ansiada y buscada felicidad, cuando es plena y de tanta intensidad, que la energía, la vibración se mantenga, ahora si, hasta el final; después de todo esto, cada uno tendremos que vivir con nosotros mismos, hasta el último minuto de nuestras vidas, por lo que más nos vale, no solo llevar la fiesta en paz, si no confiar y tener la certeza de que todos y cada uno de nosotros, hemos sido, somos y seremos el único, verdadero y auténtico amor de nuestras vidas.
Tal vez no sólo deberíamos tener un solo día, ni un mes es suficiente, ni un año, tal vez, solo tal vez, lo mínimo necesario, es una vida completa, dedicada, no solo a sentirlo, expresarlo, sino también, manifestarlo, por medio de actos, más que palabras y hechos, más que promesas, no sólo hacia afuera, también hacia dentro.
¿Y tú, que opinas de todo esto?